Cosecha
de Gestos
Caminata en el bosque
Comunidad Autónoma de Cherán.
Presentación por Fernando Lomelí Bravo
Esta actividad se desarrolló en el marco del encuentro MIÁNTSKUA, bosque, memoria, autonomía y arte, gestionado por David Gutiérrez Castañeda y Rosy Huaroco, en la comunidad autónoma de Cherán. La caminata grupal sucedió en el Vivero Forestal Comunal y al Museo de Sitio de Cherán con estudiantes de la Licenciatura en Historia del Arte y de Ciencias Agroforestales de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Morelia, así como con algunxs integrantes del colectivo Cherani (Rosy y Giovanni) quienes nos guiaron por el bosque.
Antes de comenzar la caminata nos reunimos en la entrada del Vivero para compartir algunas ideas sobre la diversidad implicada en las formas de prestar atención, no porque éstas sucedan a través de “canales” perceptivos diferentes (ojos, narices, orejas, pieles), sino por la manera en que establecen focos de atención, marcos de referencia, orientaciones y alianzas inesperadas entre sí. Con esto quisimos invitar a todxs a que prestáramos atención a nuestras maneras de percibir y sentir durante el recorrido.
Comenzamos la caminata en una fila movilizando la atención hacia todo aquello que nos rodeaba o que salía a nuestro encuentro, así como hacia aquello con lo que hacíamos contacto (ya sea con o sin tacto). Notamos que caminar variando la atención (de un lado a otro, de adentro hacia afuera, de lo general a lo particular) desequilibra el andar para quienes no estamos habituados a recorrer el bosque, algo que implica riesgos pero también posibilidades para dar cuenta de nuestros marcos perceptivos y, eventualmente, experimentar otros tipos de equilibrios. Mantener la atención en el camino (sin caerse, resbalarse o perderse) y a la vez en otras vías sensoriales requirió un esfuerzo para sostener el foco perceptivo y atender, al mismo tiempo, aquello fuera de foco. La práctica/percepción de mirar, olfatear y escuchar caminando genera experiencias, aprendizajes y corporalidades diferentes a las que emergen en otras circunstancias, por ejemplo, estar sentadx, de pie o recostadx, ni mejores ni peores pues eso depende del contexto. ¿Con qué se sostiene tu cuerpo mientras caminas?
Después de un buen rato caminando llegamos a una zona de reforestación donde nos encontramos con pinos jóvenes. Ahí decidimos detener nuestra caminata conjunta para que el grupo se dispersara. Cada persona eligió algo en el bosque, que le llamara la atención, para acercarse hacia ello y después realizar indagaciones desde el contacto. Esas indagaciones se acompañaron de algunas preguntas o ideas que fuimos realizando a cada persona del grupo, en el lugar que eligieron para explorar, para proponer algunas variaciones a las exploraciones de contacto que ya se estaban realizando.
- ¿Notas las texturas y el peso?… ¿Cómo se reparte el peso? …prueba otra parte del cuerpo para entrar en contacto… ustedes tocan y también la planta, la piedra, el suelo los toca… en ese tocarse mutuo hay un intercambio de texturas, luminosidades, equilibrios y más… exploren ese intercambio mediante el contacto.
- Explora la luz y la sombra, ¿cómo cambia eso el equilibrio de tu cuerpo?… ¿qué cosas se escuchan?…
- ¿Qué se escucha estando en contacto con ese otro cuerpo?
- El suelo también te está cargando, te está dando soporte, explora el soporte, explora distintas maneras de ensamblarte con ese soporte.
- ¿Qué escuchas con las plantas de tus pies? Exploren el volumen y la textura.
- Además de lo que les está diciendo a ustedes la planta o el suelo, ¿qué cosas les dice de las relaciones que tiene con otros seres? ¿Qué más les dice?, ¿cómo se relaciona con otras formas de vida?
Finalmente regresamos al punto de partida para compartir las vivencias y dejar un registro en papel de las mismas. A continuación, transcribimos algunos fragmentos de las narraciones que combinan la vivencia en el bosque con la descripción del dibujo elaborado por cada quien.
- ¿Alguien quiere compartir lo que puso en el papel (su dibujo)?.
- Yo dibujé mi nuca. Intenté dibujar con líneas las diferentes intensidades del toque de mi nuca con diferentes ramas.
- Yo decidí probar ser un carrito en un autolavado y entonces me metí entre los árboles y dije ¡ah va a ser una sensación bonita! ... sentir los pelitos de los arbolitos y resultó que no (risas), no lo fue porque se te encajaban las ramas, podías sentir en los muslos, las rodillas, en todos lados como se encajaban y entonces pasó de ser una expectativa de una sensación muy chida a algo que en realidad causa dolor, no así de ¡ay cuánto dolor!, pero se sentía como pasaban sobre la piel. Y luego de hacer eso y darme cuenta que estaba toda llena de moronitas decidí sentarme, dije: pues aquí hago el ejercicio. Pero donde me senté noté un olor muy rico y me di cuenta que alrededor mío había muchas plantitas, una plantita de color menta, que olía a menta, no creo que fuera menta porque no parecía menta, pero olía muy similar a la menta, me di cuenta que estaba en todo el piso, muy cerca pero no se olía hasta que bajabas. Después de una sensación de contacto de andar picándose pasó a ser una sensación chida la del aroma.
- Yo desde el camino venía pensando mucho, más que nada por lo que iba viendo, por ejemplo, los pinos de diferentes tamaños: que si la regeneración natural, que si hay intervención humana…, pero lo que más me llamó la atención fue el cerro que está allá… ver manchones de pinos amarillos que pueden ser plaga, fue mucho lo que me llamó la atención, también por lo que se ha hablado de la plaga , de cómo el bosque sano puede curar ese manchón que puede estar enfermo o eso que está enfermo de pronto puede expandirse en el paisaje, pero ya en el punto en el que estuvimos me encontré en esta barranquita con plantas de agua y vegetación más verde e incluso lianas, entonces aquí (en el dibujo) es como un árbol que incluso tiene ramas bien raras, un crecimiento bien raro, y me refugié allá abajo, fue como mi casita debajo de esas ramas, y ya por ahí dibujé como un mosquito se me paró y no me tuvo nada de miedo, solo me caminó todo el brazo y los dedos y yo me acercaba también, pero ahí se quedaba y nunca me había pasado eso, siempre como que estas así atento… y era un mosquito muy interesante, igual su color estaba muy llamativo y pues sentí esas patittas en estas partes más sensibles o menos sensibles (señala y recorre su antebrazo).
- Bueno, pues primero puse la palabra “crujiente”, porque todo en esta temporada cruje, desde que vas caminando hasta que te topas con el pelito del huinumo, como por el mismo sol que está siempre seco, quebradizo… para mí fue la primera sensación… Cuando iba al principio pues todo estaba crujiente, de repente lo escuchaba, así como cuando te comes una bolsita de papas, todo estaba crujiente. Y cuando me relacioné con el primer objeto pues era lo mismo, cuando dijiste que tratáramos de hacer lo menos posible con las manos, empecé y crujía y crujía, mientras más tensión le daba al pinito pues más crujía. Y pues al principio también como que muchas pequeñas ramitas… que van quedando en el piso, que ya es lo que queda, porque ya no se lo llevan ni pa’ leña, ya no se la llevan, son más pequeñas que eso, eran muchas, una saturación, de que ya se llevaron los pedazos un poco más grandes que ya pudieron rajar y pues ya... se la llevaron pa’ leña y estas son muy pequeñas y ahí quedan en el espacio donde está más talado. Y pues la otra…había muchas ramas que van tumbando a la hora de desenramar el árbol y pues vi varias parecidas a estas (señala un árbol frente a nosotros) que es la rama y queda como un ojo flotando como con tentáculos. Yo siempre he visto que cada corte que le hagas a una extremidad siempre queda algo como que te observa, entonces había de estas unas muy grandes que las tumbaron las ramas y quedaban en el piso como un ojo con tentáculos... eso es un poco lo que yo hice.
- Cuando estábamos ahí y nos empezamos a dispersar en esa parte en que hubo una plantación, que está llena de tuzas y el suelo esta como muy pobre, traté de irme hacia la barranquita donde estaba un encino grandísimo, bien bonito, estaba la hojarasca bastante densa, justo me senté y clavé las manos y empecé a sentir ese crujir, fui metiendo hasta dentro, hasta dentro, y pues fui sintiendo como justamente ese humus se va degradando desde lo físico, primero cómo se va rompiendo y con el efecto de los microorganismos, los hongos y un montón de cosas se van haciendo cada vez más pequeñas las partículas hasta llegar al mero suelo, al suelo más nutritivo y ya el sonido es muy diferente, ya no cruje y más bien se empieza a sentir esa suavidad que justo lo representé por ahí (en el dibujo) de cómo se va degradando y se va reintegrando y el mismo bosque se va alimentando a sí mismo, y bueno, no dejé de pensar como biólogo, pero ahí está esa sensación de sentir como las hojas se van degradando y se van haciendo cada vez más pequeñitas con distintos procesos y fue muy reconfortante el pensar que todavía hay sitios donde hay un cacho de suelo bastante nutrido y que es muy necesario, justamente, para la recuperación de otras zonas, como la otra zona donde estábamos que estaba llena de tuzas que era una ‘polvilla’ muy distinta y pues con menos nutrientes.